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Soy como un bicho inquieto ansioso de aprender, aprender y aprender...

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8/24/2011

CAPITULO VI: Los presentimientos de Demi

Alargué la mano, tomé el monedero y agradecí al camarero su gesto. El monedero parecía querer jugar conmigo. Lo acaricié, sentí su suavidad, lo miré y en un arrebato lo tiré a la primera papelera que encontré. Continué mi camino. Un ataque de pánico y remordimiento me hizo retroceder, me dí la vuelta lo más deprisa que pude, estaba dispuesta a recuperar el monedero de la papelera. Suspiré aliviada, allí estaba intacto esperándome.
-Estás tan nuevo y tan perdido como yo- le dije  al monedero de Louis Vuitton como si fuese mi mascota - ¿Juegas conmigo o tienes algo que contarme?-  le pregunté a un trozo de piel cosida, nacida en el seno de una gran marca. Una pareja de jubilados que pasaron me observaron unos segundos sin  mostrar extrañeza alguna. Recordé que había quedado en el centro con mi amigo Javier,  guardé de nuevo el monedero en el bolso, pero esta vez me aseguré de que cayera bien al fondo. 
Seguro que su dueña ya habría denunciado su pérdida en comisaría, se trataba de un ejemplar de colección caro y solo con recuperarlo aunque fuese vacío, merecía la pena.
Continué mi camino hacia el metro pero antes de llegar opté por  acercarme al centro en autobús, seguro que alguno de los que por allí paraban me dejarían en Plaza España, Gran Vía, Sol ect…Cualquier calle cercana a la fnac era válida, así pasearía un  poco por el centro de Madrid y de paso evitaría toparme con el tipo que me asaltó en el metro. Noté de  nuevo ese aliento agrio con un espeso olor a tabaco en mi nuca.  Una corazonada desde mi interior me susurraba agitada que, aquel tipo me buscaría, sentía que el peligro me acechaba. Agarré mi bolso con más fuerza,  y caminé más aprisa hacía una marquesina de autobuses  que se encontraba a pocos metros.
Entre las líneas que paraban estaba la número tres que me dejaba una de sus paradas en la Puerta del Sol. Me encontraba de  nuevo esperando el autobús; un autobús que evitaría el mal trago de tener que viajar en metro. Mi cabeza hervía, estaba hecha un  verdadero lío con lo acontecido en ese pedacito de día, no bastaba con la cantidad de problemas que me rondaban desde hace tiempo que, además tenía el pálpito  de que el dichoso monedero me había metido en un buen lío. Menos mal que contaba con Javier, él seguramente me guiaba hacia la opción más acertada, no había otro como él a la hora de facilitarte las cosas. Su visión de la vida era tan optimista que contagiaba a todo aquel que abrazaba con su amistad. Realmente ya quedábamos muy pocos amigos del grupo de adolescentes, tan pocos que, se podían contar con los dedos de una mano. Javier era especial, tal vez mi madre tuviese razón, tal vez debí enamorarme de él, seguramente que ahora era una mujer felizmente casada, con dos niños, un chalet, dos coches y un perro. Imaginarme  a mí  de esa guisa, con tantas obligaciones a mi cargo fue una jugarreta de mi inconsciente,  se trataba de una de esas socorrida fantasía fruto del estrés que uno lleva dentro ; fantasía que despiertaba con más fuerza los deseos de seguir anclada al mundo escogido, ese que te identifica y al que perteneces.
El autobús llegó abarrotado de gente. Tuve la esperanza de que se bajaran todos en aquella concurrida parada, pero no fue así, no solo no bajó nadie, sino que subimos unos siete más y yo la última. Tuve que estrujar a la señora que se encontraba  delante de mí,  para que el conductor pudiese cerrar las puertas, el hombre lo tanteó pero, como no pudo, nos invitó a  bajar a los tres últimos que habíamos subido. La señora me miró con gesto de rabia como si yo hubiese tenido la culpa de que el conductor nos dijese, eso sí con no muy buenos modales, que nos apeásemos para esperar al siguiente autobús. De nuevo la espera, pero esta vez con una mujer al lado que parecía que me estaba perdonando la vida.
- Ahora a ver cuando viene el autobús. ¡Anda que no tarda ná en venir a estas horas!- nos apuntó el tercer desahuciado del autobús de la línea tres, se trataba de un hombre de unos sesenta años, con aspecto cansado y algo tosco en sus formas- ¡Anda que se lo ha pensao el tío-.hablaba y hablaba con nadie.
Me sumergí de nuevo en mis pensamientos analizando todo lo que me sugería el monedero especialmente me preguntaba  por su contenido, imaginaba que tal vez estuviera repleto de billetes de 500 euros, y por eso el tipo ese intentó hacerse con él. No creía yo que tuviese ese suerte de encontrarme un monedero caro y cargado de euros sin tener problemas. Mi corazón me dio un vuelco solo de pensar que pudiera tratarse de una buena tajada de dinero, sería un dilema para mí- ¡Con la falta que me hacía a m el dinero! ¿Podría devolverlo?- me dije para mi interior que sería mejor que  solo encontrase en su interior unas cuantas tarjetas de crédito y evitar la tentación del efectivo. Al menos pensaba que debería devolverlo, a lo mejor me daban una recompensa, aunque creo que eso solo pasa en las películas, además ¿A quién se lo iba a devolver? ¿A su dueña o dueño o la policía? De repente pasé de sentirme como  el conejo de Alicia en el País de las maravillas, a ser la protagonista del cuento de la lechera. La voz del hombre mayor me sacó de mis conjeturas.
-¡Vaya, ha tardado poco en venir otro! ¡Y este viene medio vacío!-
Me puse en fila detrás de la señora, que ya estaba algo más sonriente. Subí al autobús, me senté al lado de una ventanilla…Iba a encontrarme con Javier y a resolver el enigma del misterioso monedero…

8/16/2011

CAPÍTULO V: Cheslov , Igoriok y los negocios

Cheslav estaba furioso, no podía alejar la imagen de esa mujer de su cabeza, la recordaba perfectamente – La muy zorra ha conseguido zafarse de mí con un spray antivioladores, ¿Quien se iba a imaginar que llevara un artilugio de esos en su bolso?- pensó, mientras esperaba el metro en la  estación de Aluche. Llevaba toda la mañana recorriendo la línea diez de metro, tarde o temprano aparecería la zorra que llevaba el monedero.  Sus años  de adiestramiento en el ejército ruso le habían servido para no dejarse ir de las manos una situación como aquella, era capaz de controlar a todas las personas que transitaban por  los andenes en ambos sentidos, a los viajeros que  iban montados en los metros que llegaban y observaba detenidamente los que subían y bajaban. La imagen de esa mujer estaba latente en todo momento. Un nuevo tren se detuvo. Cheslov batió el terreno con sus penetrantes y fríos ojos azules en pocos minutos, ella no viajaba en él. Dejó pasar este tren.
 -Era guapa la muy zorra.- pensó- y muy lista…Solo ha cometido un error: coger algo que no le pertenece y…no devolverlo a tiempo-. Se sentó en uno de los bancos a esperar el próximo tren. – Al menos no se lo ha devuelto al policía, si no lo hubiese cogido el  problema hubiese sido  mayor cuando Igoriok se enterase de la pérdida de uno de los monederos del lote.-Cheslov estaba acostumbrado a los ataques de sus adversarios, pero nunca alguien tan insignificante  le había derrotado tan fácilmente, incluso cuando sirvió en la unidad militar rusa de Alagorka  y  participó en la guerra contra Georgia. Abandonó el ejército  para venir a España cuando su amigo Igoriok le mandó llamar para trabajar junto a él en sus negocios. – Si Igoriok hubiese visto a la zorrita seguro que además del monedero se hubiese quedado con ella, sería una buena zorra en cualquiera de los locales de su amigo.– se dijo para sí mismo sonriendo maliciosamente mientras esperaba impaciente que nuevamente esa mujer se cruzase en su camino.
Aquella mañana Cheslov acompañado de “el chiqui” y Toni “el chovo” habían quedado temprano en el garaje donde Igoriok se reunía cuando el trabajo lo requería. Igoriok le había llamado la noche anterior al Club Pantera Rosa, un club de alterne  que regentaba Cheslov en nombre de su jefe.
- ¡Hola, amigo Cheslov! ¿Qué tal va la noche por la Pantera, algún problema con las chicas o con los clientes?- preguntó Igoriok en un tono que tranquilizó a Cheslov,  quien conocía muy bien a su camarada. Cheslov sabía que había mucho dinero en juego cada vez que Igoriok se mostraba jovial y amable.
- ¡¡¡Igoriok!!! Todo marcha bien, no hay problemas. Las chicas trabajan muy bien y la  caja no deja de abrirse y cerrarse.-contestó Cheslov mostrando alegría a su amigo.
-Cheslov, mañana hay reunión en el garaje a las ocho de la mañana. Llama al Chiqui  y al chovo para que vayan contigo.-
- De acuerdo Igoriok, allí estaremos.-
- Entonces mañana allí os veré a los tres. Adiós Cheslov.-
. Adiós Igoroik.- Se despidió Cheslov.
El garaje donde Igoriok cerraba sus negocios era un local viejo que, algún día debió de usarse como taller mecánico. En su interior se respiraba un aire enmohecido  y lóbrego.  Tiradas por el suelo viejas herramienta roídas por la herrumbre  descansaban junto a grandes manchas de líquidos oleosos enquistados en el suelo. Al fondo se vislumbrada una robusta puerta de madera cerrada, que  en su momento debió de acoger la antigua oficina del taller, ahora convertida en el despacho de Igoriok. Su jefe había convertido aquella oficina en un lugar de culto al dinero. Tras una ostentosa mesa de madera maciza escondida en la pared una gran caja fuerte se ocultaba tras la pintura de una bella mujer de otro siglo. Se trataba de un gran cuadro  robado de un famoso museo por unos clientes de Igoriok  que, como pago por ciertos servicios le regalaron esa obra de arte muy cotizada en el mercado negro del negocio del arte.
A la hora acordada, Cheslov y sus dos compañeros estaban llamando a la puerta del garaje. Unos ojos se asomaron por la rendija del correo. Los chillido de un roñoso cerrojo les indicó que la puerta estaba abierta. Al otro lado de la puerta Gosha, el hermano de Igoriok esperaba paciente su entrada para cerrar de nuevo aquella vieja puerta. Saludó a sus camaradas y les guió hasta la puerta del despacho de Igoriok.
Gosha era el único hermano de Igoriok. Gosha era más joven que su  hermano. Desde pequeños siempre anduvieron juntos en asuntos turbios para sobrevivir. Sus padres murieron muy jóvenes, ellos se criaron en diferentes centros de huérfanos de Moscú. Cuando los  consideraron suficientemente mayores como para dejar que el mundo cuidara de ellos los pusieron en la calle. Se encontraron solos, sin casa, sin comida. Nunca tuvieron un referente en la vida. Pronto la delincuencia fue su única salida para sobrevivir, desde entonces habían pasado muchos años y ahora Igoriok dirigía un gran negocio. Su hermano Gosha era su única familia y su mano derecha en todos sus asuntos.
Gosha les abrió la puerta del despacho. Igoriok esperaba recostado en su gran sillón de cuero tras la su mesa de madera…

AVENTURAS DE UNA DIRECTORA DE HOGAR

AVENTURA CERO: PRESENTACIÓN
Ustedes se preguntarán ¿Qué eso de directora de hogar? Pues es el cultismo que dignifica el trabajo duro del ama de casa, un trabajo que esta sociedad tan moderna deja a un lado y lo ningunea como si fuese tan fácil... ¿Acaso no es la mujer de la casa, quién dirige el hogar y la  familia? ¿No es en la mayoría de los casos el patrón del barco?...
Herramientas de trabajo 
El día a día de una directora de hogar es muy duro, no precisa de curriculum, pero se exige una alta capacidad de dedicación y por supuesto es exigible que la mujer  sea polifacética,  a ser posible que esté formada y si no lo está ha de formarse  rapidito  con la práctica: entre las tareas más amenas está la plancha, la cocina, limpiar la mierda que dejan los demás, colocar todos los días las misma cosas,  pensar lo que quieren los demás,   tiene que saber como funcionan todos los electrodomésticos, llevar las cuentas de la casa, relaciones públicas con la familia y en el colegio de los niños,  también es pediatra, enfermera,  psicóloga, peluquera, costurera, transportista, niñera, profesora, arbitro ...ect, ect. Si además quiere salir un poco de esa rutina y  quiere desconectar con algún hobby tiene que sacar ese tiempo sin descuidar el resto de sus importantes tareas…
La directora de hogar es una pieza clave en muchos de los hogares…
Yo como directora de hogar, tengo a mi cargo además del espacio físico donde  coexistimos , un marido y dos hijos y por supuesto no  me escapo de ninguna de estas obligaciones; obligaciones que no se estipula  en ningún contrato pero son innatas a las mujeres que se quedan a trabajar en sus casas y cuidar a sus niños…el día a día es duro y eso es lo quiero contarles…
Como bien he dicho antes, soy una mujer joven, me llamo Angelines, tengo pareja  de muchos años y   dos hijos. Si les digo la verdad, ya me avisó mi madre cuando me decía muy seria: "si yo volviera atrás, ni me casaba, ni tenía hijos"o " "No tengas prisa por casarte que te vas a hartar" o "no sabes lo  pronto que se harta una..ya, ya me lo dirás". Entonces la escuchaba y pensaba que no quería que me fuera de casa, pues yo soy la pequeña de tres hermanos, pero ¡Dios mio!¡Cuánto me acuerdo de sus palabras!¡Qué razón tenía!...
Ya es muy tarde,  hoy ha sido un día de fiesta, en mi casa particularmente se podría bautizar como el día de San Driver...pero... eso  mejor se lo cuento mañana...


8/08/2011

CAPÍTULO IV: la cafetería y la suerte

Respiré tranquila. Cerré los ojos. Inspiré y expiré intentando evitar la ansiedad que me producían los acontecimientos de la mañana. Reconocí una voz ronca que  me sacó de aquella sesión auto-relajante. El amable señor que me había dado la oportunidad de ser entrevistada estaba allí pidiendo al camarero un café con leche. Con las prisas y los nervios apenas me fijé en él, se trataba de un hombre bastante atractivo de unos cuarenta y tantos, mas bien cercano a los cincuenta, su pelo entrecano le daba un aire galante y un gran atractivo, vestía  un  traje, seguramente de marca y muy caro pues,  le sentaba a la perfección.  El hombre se percató de mi presencia, su mirada se cruzó con la mía, yo le sonreí y el me correspondió del mismo modo. El camarero charlaba amigablemente con él, mientras le servía el café que había pedido. El hombre echó el azúcar en el café, lo removió, volvió hacia mí su mirada de nuevo, le dijo algo al camarero, sacó su cartera de la chaqueta, pagó, tomó su café y se dirigió hacia el lugar donde yo estaba sentada con el desayuno delante. Se acercó con su taza de café en la mano y se dirigió a mí.
-Buenos días y hola de  nuevo. Hoy es un día para encontrarnos. Se ha marchado usted de la entrevista sin decir adiós…-  dijo amablemente.
- Hola, buenos días. Si le contara como he salido de la entrevista con su compañera…- respondí yo con la mejor de mis sonrisas - Pero siéntese si quiere-  continué diciéndole mientras le invitaba medio resignada a departir con un desconocido y medio aliviada por no tener que estar sola.
-¡Ah! Muchas gracias, pero…¿No esperará usted a nadie?…No me gustaría molestarla-  respondió  de forma muy educada.
- No se preocupe, no espero a nadie,  no molesta, tal vez me venga hasta bien para evadirme un poco del día que llevo.-
El hombre depositó su café en la mesa, se quitó la chaqueta, la colocó cuidadosamente en el resplado  de la silla y se sentó frente a mí.
-  Soy Pedro Garrido, uno de los directores generales de la asesoría- .se presentó,  mientras me ofrecía su mano.
- Yo me llamo Demi Álvarez Vidal, encantada-dije mientras nos saludábamos dándonos la mano.
El monedero de Louis Vuitton reposaba en la mesa junto a mi tostada. Lo acaba de soltar para darle la mano a ese hombre llamado Pedro, que encima era nada más y nada menos que el mandamás de esa afamada asesoría. No todo podía ir mal aquel día.
El llamativo monedero no pasó inadvertido para alguien acostumbrado a ver esas piezas de diseño en su vida cotidiana.
- Bonito y buen monedero el que tiene sobre la mesa, puede guardarlo tranquila, su desayuno está pagado- me dijo.
-Muchas gracias, no tenía porque haberse molestado- respondí. Tomé el monedero de la mesa, lo acaricié y lo puse sobre el bolso.- le agradezco mucho que se haya intercedido por mí para no perder la entrevista, si no hubiese sido por usted seguramente ahora estaría de camino a casa lamentando mi mala suerte…- tomé un sorbo de café y continué- Pero  por lo menos pude intentarlo…aunque…bueno…-
- He de decirle que el resto de aspirantes continúan en la Sala en manos de Aurora. Aunque eso no quiere decir que alguno vaya a conseguir el puesto- dijo Pedro mientras movía su café- y ¿Porqué dice usted que pudo intentarlo y bueno?- preguntó un poco asombrado.
-Bueno…Verá mi suerte y mi gozo en un pozo, por que resulta que he acabado de escribir unas letras que esa señora llamada Aurora nos ha pedido y como soy un despiste, llegaba tarde, estresada y como las locas, se me olvidó apagar el móvil. Imagínese…me han llamado al móvil en ese momento…El resto es de suponer. Me ha fulminado con la mirada y me ha invitado a terminar la entrevista de forma muy educada. He salido corriendo. He visto esta cafetería y he pensado que lo mejor sería tomar un buen desayuno, relajarme y de momento no pensar más en todo ello…- respondí mientras daba buena cuenta de mi deliciosa tostada.
Pedro me miraba como si supiera todo esto que le estaba contando ya.
- Ya no quema- me dijo tras tomar un sorbo de su café- Mire señorita o señora Demi, vamos a arreglar esta desatinada mañana…- sacó un bolígrafo del interior de su chaqueta- ¿No tendrá un papel por casualidad?- me preguntó.
- Sí, siempre llevo una agenda- le dije con una sonrisa. Rebusqué en el interior del bolso la pequeña agenda que siempre llevaba. La encontré, arranqué una hoja y se la entregué. Apuntó algo y me entregó la hoja con un número de teléfono y el nombre de un despacho de abogados: Serrano & Reinosa abogados.
- La próxima semana llame a este número de teléfono que le ha apuntado, pregunte por el señor De Val Reinosa. Dígale que le manda Pedro Garrido de VISARFRAN. Necesitan una secretaria- me dijo mientras me entregaba la hoja. Había apuntado un número de teléfono, el nombre de lo que debía ser un despacho de abogados: Serrano & Reinosa Abogados y por quien debía preguntar.
- Gracias. No se que decirle…- fue mi respuesta a su interés por mí.
- No hace falta que me diga nada. A veces a los jefazos nos aflora ese corazoncito humano que llevamos dentro y recordamos que una vez o mil veces fuimos aspirantes a un puesto de trabajo…Gracias a usted por compartir su desayuno con un desconocido-  respondió a mi agradecimiento- Bueno, ha sido un placer conocerla, señorita Demi Vidal,  he de irme, el trabajo me espera. Le  deseo mucha suerte y espero verla por el despacho de mis colegas.- Pedro Garrido se levantó me dio la mano, cruzó la puerta de la cafetería y se encaminó hacia la asesoría.
Aquello no le podía estar pasando a Demi Álvarez. Entre la suerte y yo no había mucho conexión, huíamos la una de la otra. Una tercera oportunidad para un buen trabajo. No me lo podía creer. Estaba subida en una nube. Coloqué  la nota en la agenda y ésta la guardé en el bolso. Me levanté de la mesa, sacudí mi pantalón para estirar las arrugas marcadas al sentarme y me dirigí hacia la puerta. Cuando salí de aquella cafetería, el aire me parecía más  fresco y la ciudad maravillosa.
-Oíga!!! Oíga señorita!!!- sentí que alguien se acercaba voceando tras de mí.
Me detuve, me volví y  ví como uno de los camareros de la cafetería me llamaba y corría hasta que me alcanzó.
- Gracias a Dios que la pillo. Esto se le ha caído cuando se ha levantado- me dijo jadeando, a la vez que me mostraba el objeto. El corazón me dio un vuelco…Era el monedero de Louis Vuitton…




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