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8/16/2011

CAPÍTULO V: Cheslov , Igoriok y los negocios

Cheslav estaba furioso, no podía alejar la imagen de esa mujer de su cabeza, la recordaba perfectamente – La muy zorra ha conseguido zafarse de mí con un spray antivioladores, ¿Quien se iba a imaginar que llevara un artilugio de esos en su bolso?- pensó, mientras esperaba el metro en la  estación de Aluche. Llevaba toda la mañana recorriendo la línea diez de metro, tarde o temprano aparecería la zorra que llevaba el monedero.  Sus años  de adiestramiento en el ejército ruso le habían servido para no dejarse ir de las manos una situación como aquella, era capaz de controlar a todas las personas que transitaban por  los andenes en ambos sentidos, a los viajeros que  iban montados en los metros que llegaban y observaba detenidamente los que subían y bajaban. La imagen de esa mujer estaba latente en todo momento. Un nuevo tren se detuvo. Cheslov batió el terreno con sus penetrantes y fríos ojos azules en pocos minutos, ella no viajaba en él. Dejó pasar este tren.
 -Era guapa la muy zorra.- pensó- y muy lista…Solo ha cometido un error: coger algo que no le pertenece y…no devolverlo a tiempo-. Se sentó en uno de los bancos a esperar el próximo tren. – Al menos no se lo ha devuelto al policía, si no lo hubiese cogido el  problema hubiese sido  mayor cuando Igoriok se enterase de la pérdida de uno de los monederos del lote.-Cheslov estaba acostumbrado a los ataques de sus adversarios, pero nunca alguien tan insignificante  le había derrotado tan fácilmente, incluso cuando sirvió en la unidad militar rusa de Alagorka  y  participó en la guerra contra Georgia. Abandonó el ejército  para venir a España cuando su amigo Igoriok le mandó llamar para trabajar junto a él en sus negocios. – Si Igoriok hubiese visto a la zorrita seguro que además del monedero se hubiese quedado con ella, sería una buena zorra en cualquiera de los locales de su amigo.– se dijo para sí mismo sonriendo maliciosamente mientras esperaba impaciente que nuevamente esa mujer se cruzase en su camino.
Aquella mañana Cheslov acompañado de “el chiqui” y Toni “el chovo” habían quedado temprano en el garaje donde Igoriok se reunía cuando el trabajo lo requería. Igoriok le había llamado la noche anterior al Club Pantera Rosa, un club de alterne  que regentaba Cheslov en nombre de su jefe.
- ¡Hola, amigo Cheslov! ¿Qué tal va la noche por la Pantera, algún problema con las chicas o con los clientes?- preguntó Igoriok en un tono que tranquilizó a Cheslov,  quien conocía muy bien a su camarada. Cheslov sabía que había mucho dinero en juego cada vez que Igoriok se mostraba jovial y amable.
- ¡¡¡Igoriok!!! Todo marcha bien, no hay problemas. Las chicas trabajan muy bien y la  caja no deja de abrirse y cerrarse.-contestó Cheslov mostrando alegría a su amigo.
-Cheslov, mañana hay reunión en el garaje a las ocho de la mañana. Llama al Chiqui  y al chovo para que vayan contigo.-
- De acuerdo Igoriok, allí estaremos.-
- Entonces mañana allí os veré a los tres. Adiós Cheslov.-
. Adiós Igoroik.- Se despidió Cheslov.
El garaje donde Igoriok cerraba sus negocios era un local viejo que, algún día debió de usarse como taller mecánico. En su interior se respiraba un aire enmohecido  y lóbrego.  Tiradas por el suelo viejas herramienta roídas por la herrumbre  descansaban junto a grandes manchas de líquidos oleosos enquistados en el suelo. Al fondo se vislumbrada una robusta puerta de madera cerrada, que  en su momento debió de acoger la antigua oficina del taller, ahora convertida en el despacho de Igoriok. Su jefe había convertido aquella oficina en un lugar de culto al dinero. Tras una ostentosa mesa de madera maciza escondida en la pared una gran caja fuerte se ocultaba tras la pintura de una bella mujer de otro siglo. Se trataba de un gran cuadro  robado de un famoso museo por unos clientes de Igoriok  que, como pago por ciertos servicios le regalaron esa obra de arte muy cotizada en el mercado negro del negocio del arte.
A la hora acordada, Cheslov y sus dos compañeros estaban llamando a la puerta del garaje. Unos ojos se asomaron por la rendija del correo. Los chillido de un roñoso cerrojo les indicó que la puerta estaba abierta. Al otro lado de la puerta Gosha, el hermano de Igoriok esperaba paciente su entrada para cerrar de nuevo aquella vieja puerta. Saludó a sus camaradas y les guió hasta la puerta del despacho de Igoriok.
Gosha era el único hermano de Igoriok. Gosha era más joven que su  hermano. Desde pequeños siempre anduvieron juntos en asuntos turbios para sobrevivir. Sus padres murieron muy jóvenes, ellos se criaron en diferentes centros de huérfanos de Moscú. Cuando los  consideraron suficientemente mayores como para dejar que el mundo cuidara de ellos los pusieron en la calle. Se encontraron solos, sin casa, sin comida. Nunca tuvieron un referente en la vida. Pronto la delincuencia fue su única salida para sobrevivir, desde entonces habían pasado muchos años y ahora Igoriok dirigía un gran negocio. Su hermano Gosha era su única familia y su mano derecha en todos sus asuntos.
Gosha les abrió la puerta del despacho. Igoriok esperaba recostado en su gran sillón de cuero tras la su mesa de madera…

4 comentarios:

  1. Bueno, bueno... me encantó y te sigo. Abrazos.

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  2. Hola Maria Soledad, muchas gracias por leerme y por dejarme huella de ello, tus palabras son un aliciente para seguir escribiendo...Gracias por seguirme...
    Abrazos

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  3. Hola Flor.

    Estupenda narrativa, me ha encantado. Escribir es un ejercicio además de imaginación y tú como en tantas cosas vas sobrad. Felicidades.

    Un beso.

    Aloe.

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  4. HOla Aloe, gracias por tus palabras, estoy totalmente de acuerdo contigo en que escribir es un gran ejercicio que hace que desconectes de este momento caótico que vivimos...
    Un besote

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