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7/31/2011

Capítulo III: Javier y demás sorpresas

Comencé a sentir el fracaso de la entrevista. Pensé en llamar a la puerta, disculparme y aprovechar para pedir permiso y regresar de nuevo al grupo de entrevistados.  Finalmente decidí avanzar por aquel largo pasillo y me marcharme de aquel lugar.
Llamé al ascensor. Me encontraba estresada y mentalmente agotada. Bajé a la planta baja, saludé educadamente al portero y salí a la calle. Me dirigí hacía una cafetería situada enfrente del edificio de oficinas. Crucé la calle cuando no venía ningún coche, sin esperar las órdenes del semáforo como era habitual en mí y entré en aquel local.
Observé varias mesas  libres al fondo, alejadas de la barra. Me sentaría allí, aquel era el momento perfecto para averiguar el contenido de aquella cartera de Louis Vuitton. Esperé en la barra a ser atendida por uno de los camareros.
- Buenos días. ¿Qué desea tomar? – Me preguntó un joven camarero mientras limpiaba afanosamente la barra.
- Hola. Buenos días. Un café descafeinado de máquina con leche y,  una tostada con aceite y tomate. Gracias- le respondí.
- ¿Se lo sirvo en la barra o quiere sentarse en alguna de nuestras mesas?- volvió a preguntarme el joven camarero.
- Me sentaré en aquella mesa del fondo- le indiqué señalando una mesa muy recogidita, situada al fondo en un rincón, alejada de la gente que estaba en la barra y de las ventanas de la cafetería restaurante. -¿Me lo sirve usted o me lo llevo yo?- pregunté.
- No se preocupe, yo se lo llevo ahora mismo- Se volvió hacia la cafetera, limpió uno de los filtros del café, lo rellenó y gritó- ¡Tostada españolaaaaa…!-
Ya sentada en la mesa, al estrés y el cansancio mental se sumó una tensa euforia producto de la impaciencia, el temor y el descanso por averiguar que escondía en su interior aquella cartera que había arruinado parte de mi mañana.
Dudaba si lanzarme inmediatamente a su búsqueda en mi bolso o esperar a que el camarero me sirviera. Decidí esperar. Mientras tanto tomé el teléfono móvil y averigué  quien me había llamado minutos antes. Una vez desbloqueado, saltó la llamada perdida que había puesto fin a mi entrevista, se trataba de mi amigo Javier.
Javier era mi amigo desde la infancia. Era de esas personas que forman parte de tu yo, que aparecen siempre en el momento en que los necesitas. El amigo incondicional, el de los buenos y los  malos momentos. El amigo entre los amigos,  el que nunca te abandona. El joven con el que sueñan todas las madres para sus hijas, de hecho mi madre siempre me preguntaba muy interesada por su vida.
- ¿Se ha casado Javier?- era lo primero que preguntaba tras saludarme.
- Noo…Si ya lo sabes… ¿Para qué preguntas? Si se hubiese casado o tuviese una novia tú serías la primera en enterarte- con mi respuesta ella respiraba aliviada.
Observé al camarero que se acercaba con mi suculento desayuno en una bandeja. Llegó hasta mi mesa con una amable sonrisa.
- Bueno, aquí tiene un descafeinado con leche y una tostada española. Gracias y buen provecho- apuntaba a la vez que iba depositando el pedido en la mesa. 
-Gracias- le agradecí, devolviéndole la sonrisa. Se dio media vuelta y se marchó hacia la barra.
Dudé por un momento entre llamar a Javier o ponerme manos a la obra con el monedero. Rebusqué de nuevo en el bolso, tomé el Vuitton. Decidí llamarle antes de abrir aquel carísimo monedero.
- ¡Dime!- contestó la grave voz de Javier al otro lado del teléfono.
- ¡Hola Javi! ¿Querías decirme algo muy importante o tan solo querías arruinar mi entrevista de trabajo?- jugueteaba con el monedero mientras esperaba su respuesta.
- ¿Arruinar tu entrevista de trabajo…Yo? – preguntó con extrañeza.
- Sí, lo que has oído, justamente has llamado cuando una tía áspera como el esparto, había consentido ante su jefazo para que yo me incorporara a una de esas entrevistas psicológicas en grupo- expliqué- y justo cuando estaba allí dentro esperando el siguiente paso…¡Tiruriruriruri…Tirurirurirurí…!Tú llamando!. La mujer se ha mosqueado con esta segunda interrupción e imagina el resto…- concluí.
- Lo siento, pero esa tía no sabe lo que se pierde- se disculpó Javier.
- Bueno, entonces ¿Que querías?-le pregunté.
- Pues saber que tal te había ido en la entrevista…Se supone que ya deberías haber salido ¿No?- dijo lleno de razones.
- La verdad es esa, pero es que menuda mañanita llevo- apunté  entre suspiros.
-¿Y eso, qué te ha pasado?-preguntó extrañado.
- Pues mira, el destino se ha confabulado contra mí en el día de hoy, tal vez no debería haber salido de casa. Primero el ascensor me ha llevado de turismo por el edificio. Luego un tío cortándose las uñas en el autobús y las uñas saltando a diestro y siniestro…- se escucharon las carcajadas de Javier al otro lado.- Después un guardia me ha encasquetado un monedero de diseño de Louis Vuitton, como iba con prisas lo he guardado y en le metro un tío me ha sacado del vagón y por poco me mata por el dichoso monedero, menos mal que me he librado y después me echan de la entrevista de trabajo después de conseguir que me dieran una segunda oportunidad tras llegar casi tres cuartos de hora tarde…- le conté un tanto decepcionada a mi amigo, que ni respiraba al otro lado del teléfono.
-Oye ¿por qué no quedamos para comer y me enseñas el monedero ese? Me puedes esperar, lo miramos y vemos que hacemos con él ¿Te parece?- propuso Javier- Mira, yo estoy ahora en el trabajo, ya sabes que no estoy muy lejos de ahí,  quedamos en el Vips de la Gran Vía, comemos y pensamos…¿Ok?- sugirió Javier con esa naturalidad que le caracterizaba.
- Bueno, de acuerdo, en cuanto me tome el desayuno que tengo delante de mí salgo para la Gran Vía, me daré una vuelta por la Fnac y a las tres en la puerta del Vips- confirmé la cita- Chao, nos vemos- me despedí.
- Hasta luego, un beso- me dijo Javier. A continuación el silencio se adueñó de la línea de mi móvil, colgué y lo guardé en el bolso.
Tomé el monedero, lo acaricié, y sentí que era de piel buena, el logotipo de la marca también parecía auténtico.Me atreví y lo abrí. De repente un escalofrío recorrió mi espalda al recordar de nuevo el aliento del tipo que me había atacado en el metro. El miedo se apoderó de nuevo de mí. Recorrí con la mirada todos los rincones de la cafetería. Observé a los clientes uno por uno, por si acaso, el tipo eso había dado conmigo. Respiré tranquila, por suerte todos eran verdaderos desconocidos.

8 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho tu historia y estoy esperando a que publiques el próximo capítulo!!!
    Al leerlo me he sentido indentificada por esos horrorosos días que tod@s hemos tenido.

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  2. Poco a poco. bien, estoy intrigada con el monedero.

    Saludos.

    Breena

    PD, no me deja hacerme seguidora, debe de ser que es la misma cuenta en la que tengo otro nick... cuando lo arregle te sigo... de cerca, jeje.

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  3. Gracias Chari por seguirme, me alegra que te guste. la verdad es que hay días que sería mejor saltérselos..Un saludo

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  4. Hola Breena, hasta yo estoy intigrida con el monedero...jajaja...Un saludo

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  5. Hola!!!Me gustó tanto tu historia que te he dejado un premio aquí:
    http://vrycolaca.blogspot.com/2011/08/primer-premio-para-la-rosa.html

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  6. Hola Chari, gracias por tu premmio...voy a ver..
    Un saludo

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  7. Hola Amparo gracias por seguir esta historia...Un saludo y bueno en suspenso estoy hasta yo...

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